Recomendaciones inmunonutricionales para mejora de la respuesta inmunológica contra la infecciones de carácter vírico, fúngico o bacteriano

Introducción

La inmunonutrición es una materia emergente y multidisciplinar, siendo una rama específica de la nutrición que estudia las interacciones entre la nutrición de un individuo y su sistema inmunológico, la infección (vírica, bacteriana o fúngica), la inflamación y la injuria o daño tisular. Por ello, a esta materia también se la conoce como el estudio de la Nutrición y de las 4 “ies”, es decir, inmunidad, infección, inflamación e injuria  (1).

Una correcta alimentación (y por ende, nutrición) influye decisivamente en el estado nutricional del individuo. Dicho estado nutricional es un factor limitante en la respuesta inmunológica del individuo ante enfermedades de tipo vírico, bacteriano, fúngico, evidencia bien conocida desde hace ya más de tres décadas (2). Paralelamente, puede reducir el grado de incidencia y prevalencia de la enfermedad (3).

Dicha respuesta inmunitaria es primordial para prevenir la invasión de agentes infecciosos y eliminar rápidamente los patógenos una vez estos han sobrepasado las barreras físicas y químicas como la piel, mucosas, secreciones (del estómago, sudor…), microbiota intestinal, etcétera (4,5).

Son diversos los estudios (6,7,8) que indican que una malnutrición, tanto por exceso, como por defecto (desnutrición, trastornos de la conducta alimentaria, obesidad…) tienen un impacto negativo sobre diversos sistemas del organismo, aunque la complicación más común e inmediata es sobre la infección (9).

De hecho, en el año 1968 la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su monográfico “Interacciones entre nutrición e infección” describía la relación entre un estado nutricional deficitario en el individuo y los diferentes mecanismos de defensa contra las infecciones. Así, a lo largo del desarrollo de la inmunología como ciencia, se ha puesto de manifiesto como una malnutrición puede afectar la resistencia a infecciones y a la respuesta inmune (10).

Como ya se está exponiendo, un estado de malnutrición conlleva una depleción  (de uno o varios nutrientes) y por ello puede comprometer el estado de inmunocompetencia.

La malnutrición en la población puede desencadenar efectos adversos tales como deficiencias en nutrientes decisivos en la respuesta inmunológica como (hierro, zinc vitamina A y D, etcétera); un aumento de la morbilidad y mortalidad; un sistema inmunológico dañado (por lo tanto un individuo es más susceptible a infecciones) y una maduración y composición anormal de la microbiota intestinal (2).

Es el caso de la malnutrición energético-proteica. Una malnutrición que no solo conlleva un déficit de proteínas y energía, sino también una deficiencia  de micronutrientes específicos para las células (Fe, Zn, Cu, vitamina A, etcétera) al igual que sus respectivas proteínas transportadoras como componentes específicos e inespecíficos de la respuesta inmune (11).

En un estudio prospectivo realizado en España sobre población infantil hospitalizada en noviembre de 2019 (12) se detectó un alto riesgo de malnutrición, superando levemente el 48% del tamaño muestral. También en población anciana existe una elevada prevalencia de malnutrición (13, 14)

Por otra parte, no todos los nutrientes que la población puede encontrar en los alimentos influyen en la respuesta inmunológica. A aquellos nutrientes que son decisivos y limitantes en un correcto funcionamiento inmunológico son los denominados INMUNONUTRIENTES. Es decir, los nutrientes considerados esenciales para mantener la integridad y perfecto funcionamiento del sistema inmune. Dichos inmunonutrientes modulan la homeostasis inmunológica (3) además, de cómo se acaba de comentar, las respuestas inmunes que participan en la lucha frente a las infecciones víricas, bacterianas y fúngicas.

Dentro de este grupo podemos encontrar micronutrientes tales como la vitamina A, C, E, B6, B12, hierro, zinc, selenio, ácido fólico. También ácidos grasos omega 3, arginina, glutamina, probióticos, prebióticos, simbióticos, etc. Todo ellos participan en alguna medida en ejercer efectos inmunomoduladores e influyen en la susceptibilidad del individuo a sufrir infecciones (3, 15, 16, 17).

El sistema inmune de un individuo no solo puede verse comprometido por el comportamiento alimentario de este. Otros factores que indicen decisivamente en la función inmunitaria son: edad, género (hormonas y ciclo menstrual), índice de masa corporal, actividad física/ejercicio, tabaquismo, estado de hidratación, genética, enfermedades crónicas o infecciosas, estrés psicológico, calidad/cantidad de sueño, consumo de drogas, alcohol y medicación, y por último historial de infecciones y vacunas (1).

Y para finalizar, se debes ser consciente que bajo ningún concepto, un buen estado nutricional del individuo va a prevenir las infecciones, es decir, prevenir la enfermedad. Lo que sí va a ocurrir es que una correcta “inmunonutrición” u óptimo estado nutricional va a mejorar la respuesta inmunológica. Esto se puede traducir en que una vez un individuo se ha infectado, durante el periodo de incubación del virus (periodo que transcurre desde que el agente vírico ingresa en nuestro organismo hasta que el huésped presenta su primer síntoma) su organismo “luche” contra ese agente infeccioso y así, no se llegue a presentar síntomas. O bien, si los presentase y tuviera que ser ingresado, el tiempo de estancia hospitalaria o recuperación podría verse reducido gracias a un óptimo estado nutricional en el momento de la infección.

 

Objetivos del tratamiento inmunonutricional

1.   Mejorar el estado nutricional del huésped con el fin de mejorar la respuesta inmunitaria.

2.   En pacientes sintomáticos que deban ser ingresados reducir la estancia hospitalaria.

3.   Eliminar o reducir la gravedad de los síntomas gracias a una correcta homeostasis inmunológica (18).

 

Recomendaciones inmunonutricionales e higiénico-dietéticas para la optimización de la respuesta inmunitaria: listado de inmunonutrientes, alimentos que los contienen y funciones en el sistema inmune

La EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) asume que ciertos nutrientes juegan un papel relevante en la integridad del sistema inmunitario. Esto no quiere decir que una cantidad extra de estos inmunonutrientes tomados a través de suplementos nutricionales o incluso alimentos, vaya a mejorar nuestro estado de inmunocompetencia. En contraposición, esto sí puede resultar eficaz ante estados carenciales o de malnutrición (38).

De hecho, una alimentación hipercalórica puede repercutir negativamente en la inmunocompetencia de nuestro sistema inmune  para luchar contra infecciones de carácter vírico, bacteriano o fúngico.

Se  sabe  que  las  personas  obesas  tienen  mayor  incidencia  en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y estas se hallan mayormente vinculadas a trastornos inmunitarios. Por otra parte, se ha de tener especial cuidado con las dietas hipocalóricas habilitadas para llevar a cabo una reducción ponderal: la función inmunológica puede verse reducida cuando el valor calórico de estas es inferior a 1.200 kcal, o bien, si dichas dietas, aunque más ricas en aporte de energía, son desequilibradas (39).

Además de estos inmunonutrientes dentro del contexto de una alimentación saludable, existen otros factores consensuados científicamente a tener en cuenta para una correcta respuesta inmunitaria. Estos son: estar vacunado, disponer una buena higiene personal y alimentaria, cesación tabáquica, evitar el alcoholismo, control de estrés tanto físico como psíquico, dormir alrededor de 7-8 h/día, mantener un peso saludable, realizar de forma regular una actividad física aeróbica como por ejemplo caminar a paso ligero, nadar, bicicleta, entrenamiento con pesas con carácter extensivo y no intensivo,  y por último, evitar el sedentarismo.

En  la  siguiente tabla  se muestra  la relación de inmunonutrientes (vitaminas, minerales y otros nutrientes) cuya vinculación con el sistema inmunitario ha sido científicamente constatada. Estas recomendaciones sobre inmunonutrientes se entienden dentro de un contexto de una alimentación, variada, equilibrada, funcional y suficiente desde el punto de vista nutricional y energético.

 

Inmunonutrientes /  agentes inmunoactivos Funciones beneficiosas en el sistema inmunológico Se puede encontrar en…
Alimentos probióticos                                (microorganismos vivos)

 

1. Aumento de la capacidad de respuesta a patógenos en el tejido linfoide asociado al intestino  Yogur, Kéfir, derivado lácteo tipo «Actimel», quesos crudos y curados (Roquefort, Cabrales), aceitunas y encurtidos,  miso, tempeh.

 

2. Refuerzo del intestino como barrera. Se evita paso de patógenos a la sangre
3. Estímulo de la respuesta inmunitaria humoral (con efectos antivíricos, profilácticos y activadores de células NK)
4. Aumento de la actividad de linfocitos y macrófagos
5. Ayudan a la microbiota intestinal en sus funciones:
5.1. Inhibición del desarrollo de microorganismos patógenos.
5.2. Estimulación y modulación del sistema inmunitario mejorando la respuesta inmune.
5.3. Inhibición de fijación de patógenos a células intestinales
Alimentos prebióticos                                             Estimulan el crecimiento y/o actividad de bacterias de la microbiota intestinal. Por lo tanto, indirectamente ayudan en sus funciones mencionadas anteriormente Alimentos ricos en fibra soluble:
1.  Miel, cerveza, ajo, cebolla, alcachofa, tomate, espárrago, centeno, trigo, avena, plátano y raíz de achicoria. (ricos en fructooligosacáridos *(FOS))
2.  Leche animales, patata con piel y su almidón, legumbres como lentejas, garbanzos, alubias blancas y pintas y guisantes. (ricos en galactooligosacáridos (GOS))
3. Frutas, especialmente naranja, fresas, mango, manzana, higos, ciruelas y albaricoques.
4. Verduras y hortalizas, en especial zanahorias, pepinos, puerros, remolacha y col.
5. Semillas de lino y linaza
6. Otros ricos en pectinas: membrillos, mermeladas y productos de confitería (usado como espesante)
Alimentos simbióticos                                            (en su composición incluyen probioticos y prebióticos) Compaginan las funciones de alimentos probióticos y prebióticos. Derivados lácteos ricos en fibra, complementos alimenticios simbióticos.  Leche materna como alimento natural.
Vitamina A Su deficiencia provoca: De mayor a menor cantidad: hígado de cordero, hígado de pollo, hígado de cerdo, hígado de ternera, aceite de hígado de bacalao, zanahoria hervida, mantequilla, espinaca hervida, boniato, yema de huevo de gallina
1. Menor producción de interferón gamma
2. Disminución del timo y bazo
3. Reducción de la actividad de las células natural killer (NK)
4. Descenso de la hipersensibilidad retardada cutánea
Vitamina D 1. Potente modulador del sistema inmune, sobre todo cuando se metaboliza a la forma 1,25-OH D3 De mayor a menor cantidad: aceite de hígado de bacalao, bonito en aceite, salmón ahumado, anchoas en aceite, sardina, salmón, caballa, pez espada/atún, boquerón, yema de huevo.
2. Mejora la inmunidad innata mediante el
aumento de la diferenciación de los monocitos a macrófagos.
3. Implicada en la proliferación y diferenciación
celular
Vitamina E Su deficiencia está asociada a: De mayor a menor cantidad: aceite de girasol, pipas de girasol, aceite de maíz, avellana cruda, almendra, aceite de hígado de bacalao, aceite de soja, piñón, aceite de oliva virgen, cacahuete.
1. Una respuesta inmune deteriorada
2. Alteraciones en la inmunidad humoral, inmunidad celular y función fagocítica.
Vitamina C 1. Su deficiencia está asociada a un aumento en la susceptibilidad a sufrir infecciones, sobre todo en tracto respiratorio superior. De mayor a menor cantidad: guayaba, grosella negra, pimiento, col de Bruselas/brócoli, kiwi, papaya, fresón, limón, naranja, mango
2. Actúa incrementando la capacidad
proliferativa de los linfocitos T, atenuando los
efectos supresores de los glucocorticoides
sobre el sistema inmune.
Vitamina B6 Su deficiencia está asociada a:  En la mayoría de alimentos de
origen vegetal (verduras, fruta fresca, frutos secos, cereales, legumbres) y en los de origen animal (carne y vísceras, pescado y marisco, huevos y en los productos lácteos). Muy elevadas cantidades en petit suisse y mousse de queso fresco.
1. Atrofia linfoide
y alteración en la respuesta humoral y celular.
2. defecto en la síntesis de los ácidos
nucleicos y en la proliferación celular,
particularmente de las células
inmunocompetentes.
3. Sobre la inmunidad humoral, implica una
reducción de la formación de anticuerpos
4. Defectos en la maduración y en la proliferación de linfocitos T
Vitamina B12 Su deficiencia esta asociada a: De mayor a menor cantidad: Jalea real, hígado de cordero, buey, pollo y ternera, riñón de cordero, sardinas en aceite y sardinas, mejillones, pulpo, ostras, riñón de cerdo. También carnes, pescados, huevos y productos lácteos. En general alimentos de origen animal.
1. Disminución en la proliferación de los linfocitos.
2. Reducción de la actividad de las células NK
3. Descenso en el número de linfocitos, en
especial de linfocitos CD8+
Cobre 1. Micronutriente esencial necesario para la
diferenciación, maduración y activación de los
distintos tipos de células inmunocompetentes.
De mayor a menor cantidad: café descafeinado (grano/molido), hígado de ternera y cordero, marisco, ostras, jamón ibérico, nueces, pepitas de girasol, soja, pistacho, chocolate negro, avellanas, pimienta negra, piñones, altramuces, cacahuetes, lentejas y almendras.
2. Su déficit provoca una disminución del
número de células productoras de
anticuerpos disminuyendo por lo tanto la
respuesta humoral.
Hierro Su deficiencia está asociada a: De mayor a menor cantidad: hígado, moluscos (berberechos, mejillones, chirlas…), sangre, morcillas, carnes (especialmente la de caballo), pescado, yema de huevos, cereales de desayuno fortificados, legumbres (baja biodisponibilidad, mezclar con cítricos) y, en menor proporción, lácteos.
1. Menor capacidad de fagocitosis
2. Baja respuesta de linfocitos
3. Descenso en el número y actividad de las
células NK
Selenio 1. Su deficiencia va acompañada de
una depresión de la inmunocompetencia,
afectando tanto la inmunidad celular como la
función de las células B.
De mayor a menor cantidad: riñón de cerdo y cordero, lentejas, pasta integral, nueces, hígado de pollo, ostras, hígado de cerdo, pepitas de girasol, pez espada, berberechos, almejas, chirlas, mejillones, pulpo, lenguado, paté de hígado de cerdo, perca.
2. La suplementación con selenio tiene marcados efectos inmunoestimuladores, aumentando la proliferación de la actividad de las células T y la mejora de la actividad de las células NK
Zinc 1. Afecta al desarrollo y la integridad del sistema inmune. De mayor a menor cantidad: pan de molde, ostras, cereales de desayuno fortificados, yogures de sabores, germen de trigo, piñones, levadura seca, almendras, hígado de cerdo, pepitas de girasol, caballo, marisco, queso parmesano (curados en general).
2. Influye en la función de las células que median la inmunidad no específica (neutrófilos y células NK) y también en la modulación de la inmunidad específica actuando sobre la activación de los linfocitos T, la producción de citoquinas  y la maduración de
los linfocitos B.
Ácido fólico  La carencia de ácido fólico o vitamina B9
suprime la respuesta de algunos linfocitos, lo que a su vez se acompaña de una disminución de anticuerpos
Levadura seca, hígado de ternera, hígado de pollo, germen de trigo, haba seca, jalea real,  soja seca, altramuz, alubias blancas y pintas, escarola y verduras de hoja verde, cereales de desayuno enriquecidos
Aminoácidos ramificados (AARR): valina, leucina e isoleucina                                    (ensayos en animales) 1. Una ingesta inadecuada de AARR hace
disminuir la proliferación de linfocitos
 Fuentes de origen animal: carne de res magra, cerdo, pollo, huevos, pescado, leche, yogur o quesos bajo en grasa. Fuentes vegetales: quínoa, soja, frijoles, lentejas, nueces y semillas.
2. En animales con una dieta deficiente en AARR, aumenta el riesgo de padecer infecciones, disminuye la producción de anticuerpos y la síntesis de proteínas del
complemento
Glutamina 1. Efecto beneficioso sobre el sistema inmunitario ya que es sustrato directo de los linfocitos y enterocitos Quesos, carnes de res, salmón, pescados, huevos, leche entera, legumbres, tofu, maíz. También en suplementos para nutrición deportiva.
2. En pacientes críticos la nutrición parenteral
suplementada con glutamina disminuye el número de complicaciones infecciosas.
Arginina 1. Mejora la función de las células T observada durante el estado crítico de un paciente. Carne de vacuno, mariscos y pescados, huevos, legumbres, chocolate, frutas, verduras, frutos secos, cereales integrales. También en suplementos para nutrición deportiva.
2. Efecto antitumoral, a través del sistema específico e inespecífico inmune.
3. Capacidad de estimular la celularidad y la respuesta del timo.
Nucleótidos 1. Participación de los nucleótidos de la dieta en el desarrollo del sistema inmunitario, sobre todo en tejidos como la piel, mucosa intestinal, linfocitos En alimentos de origen animal y vegetal. Son consumidos la mayoría en forma de ácidos nucleicos
2. Efectos de los nucleótidos sobre la inmunidad tanto humoral como celular, principalmente en recién nacidos y lactantes.
Ácidos grasos omega 3 1. Los ácidos grasos de la dieta tienen una función sobre la inmunocompetencia. Pescados azules como el atún, el salmón, sardinas, marisco y otros alimentos marinos como las algas. Aceites de semilla, de maíz, de girasol, frutos secos, germen de cereales.
2. Mejoran la calidad de la respuesta inmune.
Tabla 1. Listado de inmunonutrientes, alimentos que los contienen y sus funciones en el sistema inmune científicamente comprobadas  (2, 3, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37).
* Son oligosacáridos lineales de entre 2 a 20 monómeros de fructosa (2 a 60 unidades en el caso de la inulina, un tipo de FOS).

 

 

Enlaces de interés

https://www.salud.mapfre.es/nutricion/reportajes-nutricion/que-es-la-inmunonutricion/

https://www.youtube.com/watch?v=a4–NNWYG80

https://www.directoalpaladar.com/salud/inmunonutricion-refuerza-tus-defensas-con-las-comidas

https://www.eluniversal.com.co/salud/inmunonutrientes-claves-para-sanar-las-heridas-por-inmovilidad-DN1917342

https://www.alimente.elconfidencial.com/bienestar/2020-03-19/inmunonutricion-verdad-alimentos-protegen-infecciones-coronavirus-covid-19_2505404/

https://www.infosalus.com/nutricion/noticia-asi-debe-ser-dieta-proteger-sistema-inmune-contra-coronavirus-20200317141554.html

 

 

Referencias bibliográficas

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